sábado, 20 de marzo de 2010

Erase una vez...



CUENTO DEL BOSQUE DE NIEBLA

Erase una vez un bosque de niebla lleno de helechos arborescentes y de orquídeas, poco lejos de Puebla y casi acariciando el hechizado pueblo de Cuetzalan.

Erase una vez una vida rota, en una casita del Madrid de los Austrias.

Erase una vez un hombre íntegro, fundido con su bosque encantado, en las montañas de la Sierra Madre Oriental del mágico México, en paz, al abrigo del bambú de sus cabañas.

Erase una vez una mujer triste, sola y agotada, en una ciudad de humo, ruido, inconsistencia e insolidaridad.

Erase una vez un sueño vegetal, que rescató una vida que había olvidado los sueños entre el asfalto.

Erase una vez una niebla que escondió un alma y la colocó al resguardo de un bosque para que el mal no la alcanzara, para que brotara en primavera la esperanza.

Erase una vez una ilusión que creció en las ramas imaginarias del bosque que, volvía cada noche a escurrirse como lluvia entre las sábanas urbanas.

Y desde que esto ocurrió, así, por arte de magia y eludiendo la distancia, ella, convertida en Belleza de Xocoyolo, despertó cada día envuelta por el frescor verde de la fraga, el rumor de las hojas, el canto de los pájaros, el olor a tierra mojada mexicana.

Erase una vez un lecho de hojas fresco y frondoso, a caballo entre México y España.

Marta Menoyo